Ahora que Egipto está tan de “moda” e inspirado por la mítica frase de Bisbal “Nunca se han visto las pirámides tan poco transitadas, ojalá que pronto se acabe la revuelta” me he decido a escribir sobre la experiencia de entrar en una.
Cuando voy a sitios espectaculares siempre digo: “Esto es lo más acojonante que he hecho en mi vida”, pero realmente lo de entrar en una pirámide lo es. Lo más lógico es que si entráis, lo hagáis a la Gran Pirámide, y sin duda es impresionante. Estar en una cámara construida hace 4500 y que ha estado sellada durante la mayor parte de ese tiempo es indescriptible.
En Dashur hay dos pirámides peculiares: La Pirámide Acodada que no es un poliedro perfecto y la Roja de Seneferu, que es la primera pirámide perfecta de cara lisa. Allí vais a estar prácticamente solos, cosa que no está mal ya que el túnel de bajada puede ser bástate claustrofóbico, y se pueden sacar fotos. Por el contrario, en la Gran Pirámide os vais a encontrar con un montón de gente y no se permiten hacer fotos.